20.2.11

LA IDOLATRADA

                                                 Montaña de versos, brazada de sueños

ardiendo,


sobre mi sexo;

llaga de sol, llaga de miel, llaga de luz encima de las frutas clásicas,

incendio,

leña de pena...



Como camino polvoroso

de canciones,

como recuerdo polvoroso,

así

tu amor

embellece y alegra entristeciendo.



Viejo y negro pueblo de tórtolas crepusculares;

casa de los naranjos melancólicos

y las tejas lluviosas;

casona de herrumbre con gatos oblicuos y tristes;

con limoneros, solteronas y días domingos,

con villorrios y viajeros, con postinos de cansancio, con carretas de tonadas

en las vitrinas anacrónicas;

país de las provincias y los pianos ruinosos

bajo el poniente irremediable,

país de los sepulcros, los borrachos y las rutas de otoño,

yo.

y tú,

tú, pequeña, curiosa, morena, asomada en las ventanas...



Quiero la vida porque tú eres vida,

quiero la sombra porque tú eres sombra, mujer,

quiero la tierra porque tú eres tierra;

y tus besos como higos

como agua de fuentes rurales.

como uvas

llenas de mar, cantando desde las viñas cósmicas;

acepto la materia y la tristeza

porque tu carne es triste,

porque tu alma es triste

como la higuera de las parábolas.



Abierta

frente al universo

abierta,

eres cual una herida de la Tierra.

poblada de voces mundiales,

madura de goces fragantes...

¡palabras del siglo, muñeca con ojazos negros!...

panorama del hombre y del tiempo

cruzando mis huesos!...



Aventurero con espanto,

columpio mi gesto pirata,

como un fruto enorme y podrido,

entre la nada y la nada;

encima tú, como un beso en un mundo,

encima tú, temblando,

encima tú, como un canto en un muerto,

encima tú, como un nido en un árbol

estupendo,

paloma de las lindes últimas.



Eres clara como la muerte,

eres buena como la muerte

y profunda como la muerte;

dulce y triste como sol de invierno;

llena de nidos y frutos,

como un bosque inmenso o una humilde casa de campo:

arada por la maternidad,

los hijos te engrandecen como a la tierra el surco,

mujer, la idolatrada.

mujer, la idolatrada.



Hermana de la luna,

la pena,

la lluvia

y el destino de las cosas,

determinas el límite

de l0 absoluto y l0 infinito

con la rayita azul de tu existencia.



Embajadora de las golondrinas,

mujer, la idolatrada;

se enorgullece "Dios" de haberte hecho

y haberte mirado en los tiempos, haberte mirado en los mundos, haberte

mirado en los sueños

frente a la creación, adolorida;

bendita y amada

por

los siglos

de

los siglos...

¡coronada de pueblos y de niños!...

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